domingo, 4 de diciembre de 2011

Sin Título, 32.

Érase un soplo de viento.

Érase una hoja agitada
por un sueño, por un susurro
de brisa, cruel y rudo,
por una mano fatigada.

Érase un sórdido embudo
a través del cual, negro,
pasaba un torrente espeso
de restos de un corazón mudo.

Érase un sentimiento guardado con celo;
un querer, un soñar,
un saber, un ignorar,
una caricia oculta tras un velo.

Érase alguien que pareció olvidar
su lugar, su rincón,
su ciudad, su rencor,
lo olvidó todo para al final llorar.

Érase una lágrima de cartón,
un cielo cubierto,
un insomne despierto,
de llanto y pena una inyección.

Érase una línea de meta, ya sin corredores;
érase, por una vez, todo lo que no ha vuelto a ser;
érase, nunca jamás, un brillo marino que recorrió una mejilla desconocida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario