martes, 28 de mayo de 2013

Sin Título, 58.

Eres el nuevo día;
despuntas, sonriente, por encima del mar.

Haces palidecer la noche, ya cruzas
el umbral de irrealidad que es el alba.

Ya empieza la arena a brillar
tímida, cálida, como por azar:

eres mi nuevo día, el agua,
las olas, la inmensidad.

"Dublineses", James Joyce.

Por momentos su nombre venía a mis labios en extrañas plegarias y súplicas que ni yo mismo entendía. Mis ojos se llenaban de lágrimas a menudo (sin poder decir por qué) y a veces el corazón se me salía por la boca. Pensaba poco en el futuro. No sabía si llegaría o no a hablarle, y si le hablaba, cómo le iba a comunicar mi confusa adoración. Pero mi cuerpo era un arpa y sus palabras y sus gestos eran como dedos que recorrieran mis cuerdas.

jueves, 23 de mayo de 2013

Sin Título, 57.

Crónica de un sueño idílico.

Cerca, cerca, cerca, cerca,
Poco a poco se desvanece el entresueño
en el que te encuentro; cojo tu mano
y admiro tu cabello.

No puedes huir, con la otra mano rodeo
tu cadera. Siento ya ese aroma que predice
la pérdida inequívoca de la razón;
me acerco a tu pelo y de tu cuello lo aparto.

Ya sin freno acerco mis labios
hasta sentir cómo tratas de revolverte,
(inconscientemente)
te abandonas a mis brazos,
(ya no eres tú)
noto el pulso bajo tu piel ardiente
(ya no soy yo).

Sin embargo, te dejo desde atrás
y te doy la vuelta; me paro un segundo a escuchar
la música que escapa de tu media sonrisa.

Me pierdo entre tu cuerpo y te sostengo
el mentón; me miras, fijamente;
cierras los ojos;
cerca, cerca, cerca, cerca.

Tu respiración es música,
muy cerca.

Sin Título, 56.

Siento en el pecho una presión, una inquietud
por verter en estas hojas parte de mi alma,
noto que tu imagen, nítida, da alas
a este lápiz. Esta noche, mi poesía eres tú.

Entra por la ventana un crudo alud
de estrellas apagadas, ya la calma
acaba, despacio, con aquella lejana llama.
Apenas recuerdo si brillaba esa luz.

Esta noche desato y libero mi deseo
por encontrarte en estas líneas; escondida,
como siempre, dejándote ver apenas.

Te hallo y te admiro, en tus ojos veo
esa luz, esa cascada, esa gloria perdida.
Mis manos, ciegas, no se sueltan de tus caderas.

sábado, 18 de mayo de 2013

Sin Título, 55.

Canción con la que bajaré a la playa.

Grabados tengo, con lacre carmesí,
tus labios; en mi mente, perdidos
en una tormenta de arena, escondidos
entre el agua, en lo más hondo de mí.

Espolvorean sal donde me herí,
piedra rasgada, gestos vendidos,
arroyo que discurre en un bosque de lirios;
tus malditos labios no quieren salir de aquí.

Me acerco lenta, peligrosamente,
a la playa que fuiste, aún virgen;
ya huelo ese aroma a sal y a despedida.

El viento empieza a soplar, levemente
me pongo de pie y respiro. Dicen
tus labios que ahora sabes a bienvenida.