domingo, 4 de diciembre de 2011

Caminante.

El poeta murió, vaya, en un país vecino.
Los bosques se vestían de espino para verlo gritar, solo, en medio de la oscuridad, desamparado, al vacío.

El polvo ya lo cubre, se fue siendo apenas un peregrino.
Había más estelas que caminos. El único problema es que las estelas, etéreas e ingrávidas, intangibles, se desvanecen. Se desvanecen entre las manos del iluso.

Al alejarse lo vieron llorar.

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