viernes, 30 de diciembre de 2011

Sin Título, 39.

Alguien mató a toda esa gente.

De verdad, te lo aseguro. Alguien asesinó a toda esa gente y los únicos que parecen haberse enterado somos nosotros. ¿Que por qué? Eso quisiera saber yo. Tan de repente, tan sin avisar, a bocajarro... Y no fueron pocos, ya lo sabes: una verdadera muchedumbre. Para colmo, fue a plena luz del día, en mitad de una calle, como si nada importara alrededor: sólo la pronta muerte de toda esa gente.

Además, la opinión pública, si es que la hay, guarda completo silencio; nadie parece hacerse eco de tal crimen, de esa masacre: nadie aclama con voces de reprobación la matanza.

...

"Y te aseguro que te escribiré,
te escribiré versos constantemente.
Pero también te prometo que,
por supuesto,
no los leerás ni sabrás de ellos nunca.

Porque los escribiré en el viento de la memoria,
en la brisa de los recuerdos,
en el susurro de la nostalgia sin victoria.

Te los enviaré todos donde nunca,
nunca jamás,
puedas encontrarlos.

Y, si por alguna extraña casualidad,
llegaran algún día esos versos a tus manos,
y llevada por la curiosidad tu alma los leyera,
me encargaría entonces de borrar todos los originales,
prenderle fuego a esta parte de mi vida,
hacer arder, destruir, aniquilar todo rastro
de vida, frustraré todo intento de volver a saber de esto.

¿Que por qué lo hago?
Es muy sencillo: mi alma seguirá escribiendo.
Eso sí; el polvo se comerá esas líneas.
Prometido."


Y así rezaba una de las cartas que se encontraron en el lugar de los hechos. Allí estaba, metida en el bolsillo de uno de los cuerpos inertes, arrugada y agujereada. Pero con las palabras intactas, claras, sentencias que parecen caer como piedras desde el cielo.

¿Qué querría decir el asesinado con estas líneas? ¿Acaso buscó el consuelo del papel en los últimos momentos de su vida? Quién sabe.

Pero te aseguro que alguien asesinó a toda esa gente.

lunes, 19 de diciembre de 2011

-En realidad, ¿qué necesitas para hacer buen black metal?

Mira, ni remasterizaciones, ni estudios de grabación, ni tarjetas de sonido caras y modernas ni hostias.

Lo único que necesitas es un ampli de guitarra cascado, una tarjeta de sonido y una multipista. Con eso vas sobrado. Total, lo más necesario en estas grabaciones no es que suene un sonido estético y limpio, sino que la guitarra y la batería suenen de pena.

martes, 6 de diciembre de 2011

Sin Título, 38.

Y mi alma aún escribe sobre la tuya.


Es algo superior, etéreo,
fugaz, pétreo,
algo que deja fuera de lugar a dudas
aquello que tiene que ver con el recelo.

Es mi verso libre un llanto
de tristeza, un grito de dolor
en la noche cerrada.

Y qué, ahora, ahora qué,
si tu alma es libre,
feliz, completa,
si tu alma encontró la paz.

Hice un parón para rememorar tus labios,
tus besos, tus ojos,
esa mirada alegre, feliz,
que me robó el alma,
esas caricias que me hicieron perder la cabeza.

¿Y qué ha sido de todo eso?
Deja que te responda: todo es nada.
Pues nada de lo que prometías
se convirtió en verdad.

Permíteme acabar. Me encuentro ahora
en una fría tarde, ya nocturna,
en la que el cielo pareció olvidar
que un día tuvo luz.

Y, como si de un mal presagio
se tratase, el tiempo intenta pararse
a mi alrededor; tu recuerdo titila,breve
y distante.

Ahora no tienen mis versos sentido,
me ha fallado la inspiración;
¿quién sabe la razón? Vacío el
interior de este vals,vacío
el recipiente que antaño estuvo a rebosar.

Ya me canso de ver a la Luna sonreír.
Su luz ahora me ciega, duele,
me traspasa, anochece en algún lugar
que no conoces.

Anochece en este frío domingo de otoño,
en este gélido castillo,
en esta triste morada.

Llueve la tristeza de un sueño,
llueve la locura,
el desengaño,
la magia y el llanto.

Y ahora casi río al pensar
que en un tiempo creí que esto era irreal;
pero entonces en la verdad caí:
mademoiselle, ça suffit.

Porque para que las flores de este árbol
estuviesen siempre abiertas
no debería de haber otoño,
sino sólo primavera.

Primavera que acabó hace ya tiempo:
yo aún era feliz,
tú aún eras la de antes.

Noche con estrellas y Luna. Luces en la
ciudad. Tu recuerdo, indeleble, no es el de ahora.

domingo, 4 de diciembre de 2011

Disertaciones metafísicas. 2.

Bienvenido de nuevo, querido lector, tú que hoy, esta noche nublada y sin Luna, vuelves a leer las letras que derrochan estas manos, el contenido del jarrón volcado de mi alma.

En esta ocasión hablaremos de algo que el ser humano ha incluido en su vida como algo absolutamente natural, algo casi probable empíricamente. Te hablo, amigo lector, de la metafísica. La llamada trascendencia, el ser más allá de las cosas, lo abstracto.

En primer lugar, has de saber que mi alma, y qué paradójico resulta hablar del alma cuando no se tiene consciencia de que la misma exista, es un ente escéptico por naturaleza: mi realidad es pura biología, física, química, así que ya estarás plenamente situado para leer lo que vendrá a continuación, querido lector.

Pues bien, comencemos por lo básico: ¿De dónde procede el conocimiento humano de que existe algo más allá? Si nos remontamos a los albores de la Tierra, podría jurarte, bienamado lector, que las células eucariotas y procariotas no se preocupaban de si hay algo o no más allá. Si seguimos el hilo de este argumento a través de la evolución animal, podríamos constatar que pocos animales (y entiéndeme, lector, digo pocos por no negarlo completamente, aunque es éste mi pensamiento) se han molestado en considerar qué le sucede a cada ente individual en la hora de su muerte.

Podemos dar respuesta a la pregunta del párrafo anterior de la siguiente manera pues: el ser humano se procuró una vida posterior en el momento en el que tuvo consciencia racional, en el momento en el que supo que el mundo era grande, que estaba solo y que tenía miedo, literalmente, a la oscuridad.

Porque efectivamente, amado lector, es del miedo a la oscuridad de donde surge el temor a la muerte. La muerte, entendida como una facultad biológica más, es sencillamente una consecuencia natural y lógica de un largo proceso: la muerte no es ni más ni menos que la parada, el descanso del número de células que conforman un cuerpo, el cual ya ha hecho todo lo que tenía que hacer en este mundo. Entendida así, la muerte no debe suponer más temor que el que supone comer, dormir o reproducirse. Sin embargo, desde los albores de la razón humana (y primate en sus orígenes) el ser quasihumano o humano se ha procurado una visión negativa de la misma: la carencia del ser querido no puede ser algo neutral (no digamos positivo), con lo que no queda más remedio que calificarlo de terrible, pésimo, odioso y hediondo. Putrefacto. Algo que se nutre de soledad y dolor, que no deja más que vacío y tristeza.

Así pues, el ser humano supuso (no confróntese con supo) que no todo debía terminar ahí; para el ser humano, la simple parada de células no era equivalente al dolor que se sentía al perder a alguien amado. De este modo, ya desde los primeros pasos sobre dos piernas de ciertos primates, se contempló con total "certeza" que había una vida más allá: unos lo llamaron descanso eterno, otros vida de placeres eterna, otros sencilla adoración eterna a un Dios.

Sin embargo, no quiero hacer pesada tu lectura, así que dejaremos este frente abierto para otra vez. Queda pues, pendiente, la segunda parte de esta no tan pequeña disertación. Más metafísica que nunca, todo sea dicho.

Bienvenu au monde réel.

Sin Título, 37.

Un Sol rojo coronaba aquel atardecer.

La arena era blanca, fina,
pulido el espejo marino, intenso
el silbido del viento en mis oídos;
y tú aún estabas en aquella playa.

Dulce era el aroma de aquella brisa,
susurros soñadores que se elevaban,
llegaban al cielo y allí se quedaban;
y tú aún estabas en aquella playa.

Se doblaba el junco bajo el viento,
suaves olas mecían los segundos
de una pausada existencia;
y tú aún estabas en aquella playa.

Un tibio Sol bañaba mi piel,
persistía esa sensación tranquila
de plenitud, de realización;
y tú aún estabas en aquella playa.

Ahora, el Sol rojo se ha escondido del todo,
el viento ya no silba, ni vuelan los susurros;
el junco está quieto, y esa existencia
ya no es pausada.
Sin embargo, no hay que tenerle miedo
a la noche o a la oscuridad;

Ahora, tú ya has desaparecido de aquella playa,
sola y tranquila, espera el amanecer.

Souvenirs d'un voyage trop long.

L'air est chargé de Chopin. Un piano fait sonner les murs de mon coeur.

Je me demande en haute voix si je suis vraiment fou ou si je suis encore... normal? C'est un mot bizarre, étrange...Je ne sais pas comment décrire la faiblesse mentale. Comment la décrirais tu, mon amie? Car j'en suis sûr: je n'ai jamais pu le faire.

Il y a longtemps que je t'aime; ce n'est aucun sécret. Or, il y a longtemps que mon âme a quelques choses à dire: serait quelqu'un capable de les écouter? Allons essayer.

Le doux murmur d'une rivière inonde cette petite chambre. D'où vient-elle, cette rivière? Oserait-elle calmer ma soif? Serait-elle capable de mouiller mon sec coeur?

Dis moi si cette étoile sera toujours si loin;
Dis moi, chère amie, si ce Steinway sonnera toujours ou s'il stoppera, tôt ou tard.

Est-ce que l'on a besoin d'une autre chose? Je crois que je peux te répondre: quand on en a marre, on detéste ce que nous a fait bien, ce que l'on a aimé, ce qui nous a aimé, bien sûr.

Je vais me demander cette nuit, au moment où je ne puisse pas dormir, si l'on pourra récupérer le temps que l'on a perdu d'une forme vraiment surprénante.

Mais, dans ce moment-là, il y a rien à faire.

Disertaciones metafísicas. 1.

Bienvenido, príncipe o princesa, lector que hoy te adentras en la lectura de esta pequeña reflexión. Bienvenido tú, que probablemente hayas leído en alguna otra ocasión el resultado de la apertura de mi alma al papel, y, si es tu primera vez (pues para todo hay una primera vez), anímate y sé capaz de traducir lo que grita algo que está más allá de la biología.

Hoy, esta noche, con esta luna llena brillando en el cielo oscuro, marinera y amarillenta, se me plantea algo sobre lo que quiero discutir contigo. Te pregunto yo: ¿qué es el respeto?

Pues bien, muchos dicen tenerlo, otros afirman practicarlo, otros profesarlo, otros inspirarlo... Y bien, ante esta diversidad de opiniones, creo que será más fácil empezar aclarando qué no es el respeto.

El respeto no es una aptitud; todo el mundo puede tener algún tipo de contacto con él, sea cual sea su condición. El respeto es, pues, una actitud, un acto voluntario que se realiza en la plena consciencia de un individuo. Es, sin duda, algo sobre lo que no se puede dudar.

Ahora que hemos dicho qué no es el respeto, quizá sea hora de aclarar qué es. En mi humilde opinión, que al fin y al cabo es la que estás escuchando tú, agudo lector, el respeto es la admisión de una superioridad externa a uno mismo, la cual suele encontrarse en otro individuo. Por tanto, el respeto implica interrelación, implica un conocimiento mínimo sobre el otro, el prójimo, implica moral e implica sociedad, razón.

Si continuamos este razonamiento, podríamos deducir que el respeto es algo que se consigue; por así decirlo, se "gana", se hacen méritos para procurarlo. El ser superior a alguien en cualquier aspecto, y exonero de toda culpa a todos aquellos que están traduciendo superioridad por pedantería o imposición de una voluntad sobre otra, el ser superior es algo que no se tiene por naturaleza; es esto, sin duda alguna, algo que el humano ha de conseguir por diversos medios.

Dicho lo cual, ¿quién merece nuestro respeto?. Pues querido lector, la respuesta es sencilla: aquél al que puedas considerar tu maestro en algo, aquél del que puedas aprender lo más mínimo. Pero, ¡ah! Cuidado con aquél del que no puedes aprender nada. Porque aquél que no merece nuestro respeto, no merece más que una simple aprobación. Y más aún si el susodicho intenta aparentar que tiene algo que demostrar al mundo. En este caso, el tal humano probará suerte, intentará conseguir el respeto, el incomensurable y envidiable respeto de alguien. Et faites attention, parce que c'est dans ce moment-là que l'individu peut devenir dangereux.

Así pues, y voy finalizando, querido lector, piensa bien quién merece que le mires a los ojos siquiera. Y te aseguro que, una vez que lo hayas reflexionado, te sorprenderás de la cantidad de gente que no merece ni el que los acompañe tu presencia. Gente mísera, gente cuya existencia es apenas un susurro en la totalidad del universo. Gente que, por su actitud, se muestra rastrera, incomprensible, ilógica.

Sé pues, lector contumaz, avispado oyente, capaz de discernir con total claridad este dilema. Libera de tu vida a todo aquél, sea quien sea, que no sea capaz de enseñarte nada. Respira hondo, abre los ojos y sé capaz de mostrar tu desprecio ante aquél que ha caído más bajo que tú. Porque a no ser que busque mejorar, no merece nada. No merece más que el desprecio.

Te exhorto pues a salir a la calle y alabar y respetar a tus maestros así como a odiar a quienes no lo son y no hacen por subir de nivel.

Bonne chance et bienvenu au monde réel.

Sin Título, 36.

Rien à faire.

Poco queda por hacer
en este campo devastado;
poco hay para recoger
en este suelo arrasado.

Ya la Luna se fue, hace tiempo.
Dejó tras de sí una estela fugaz
pero breve, intensa, que al brillar
muere, pronto hay que olvidar, miento.

No han cicatrizado, vuelven a matar
estas heridas, pecho desgarrado,
ojos muertos, dolor ensangrentado;
hace tiempo que dejé de respirar.

Prisión y tormento, encarcelado
en el recuerdo, busco la manera
de vivir, de no ahogarme en la arena
de la memoria, corazón marchitado.

Maldita seas, felicidad pasajera;
juro por esa estrella que algún día,
lejano y puro, esa daga será mía,
y será, a mis venas, de mi alma mensajera.

Cuando en este desierto mi alma ría
y pueda gritar, y feliz llorar,
será cuando pueda verlo desde arriba.

Rien à faire, mon amie.
Le ciel est devenu vide sur nos têtes.

Sin Título, 35.

Bienvenida a este baile de máscaras.

Bienvenida a esta falsa realidad,
a esta cadencia de movimientos
sin fin, a esta vida paralela
hecha de seda, piel, sonrisa irónica.

Sé bienvenida, entra, siéntete en casa.
En el baile de hoy, trataremos de ocultar
que lo vital ahora es una cuchilla de afeitar.

Saluda a tus viejos conocidos,
si es que logras reconocerlos,
al fin y al cabo hoy eres el centro;
sórdida, oculta y terrible amenaza.

Además, hoy están con nosotros
una Luna partida, muerta, desfigurada,
y un Sol seco, frío, inerte.

Aquí podrás conocer, de primera mano,
el sabor de la sangre, el terror, el miedo,
la inconsciencia de la locura, perversa,
la frialdad de los recuerdos, la muerte.

Ven, pasa y acomódate,
ten valor para contemplar la horrible verdad
que se oculta tras estas máscaras,
o huye, piérdete para siempre
en la oscuridad, en el vacío y la sombra,
donde nunca más llegue a alcanzarte.

Sin Título, 34.

¿Y qué importa todo esto ahora?

¿Y qué si sigo pensando?
¿Y qué si sigo contigo?
¿Y qué si no puedo abandonarte?
¿ Y qué si mi alma es una con la tuya?

La música se volvió agua
marina, pura y cristalina,
sincera, de oleaje breve.

Tu mirada, antaño hermosa,
¿qué fue de tu mirada?
¿Qué fue de aquella mirada chispeante
que cubría tus gestos?

El viento se volvió árido;
¿Sigues ahí? No, ya no.
Hace tiempo que marchaste.
Y, sin embargo, no eres la misma.

Y no echo de menos tu presencia,
no la de ahora, Luna, lacrimosa.

Añoro los días en los que eras tú,
en los que el amor era puro,
claro, sencillo, frágil,
resistente a prueba de bombas.
¿Qué fue de todo ello?...

Por todas esas lágrimas al tiempo
exhorto, lo llamo y requiero,
lo juzgo y lo exonero
de toda culpa, de toda falta.

A mis versos me refiero.

Estos versos escritos con lágrimas de sal,
con sangre y tinta,
con pedazos de alma,
con recuerdos pasajeros e indelebles,
con tu amor, el de antes,
el casto, el de aquella mirada.

Estos versos escritos con dolor,
con la tristeza de la muerte. Frío adiós.

Sin Título, 33.

Soledad fría y desértica.

Tenebroso, oscuro, inútil
anhelo, búsqueda de algo que no
existe, tortuoso camino hacia
la nada.

Esfuerzo vano por conseguir
aquello que entre los dedos
escapa, que no alcanzarás
ni aunque des tu vida.

Cada suspiro, cada palabra
no eran más que apretones
al puñal que me desgarra las entrañas.

Cada mirada, cada afirmación
dejan tras de sí una huella indeleble,
no se olvidará fácilmente
lo dicho con claridad.

Cada verso en su nombre,
cada minuto en vela,
cada hora,
cada noche,
cada falsa sonrisa son puñales
que destrozan, poco apoco,
lo que queda de este cadáver.

Cada recuerdo, cada foto,
cada añoranza del pasado,
todos ellos no son más que dolor.

Bienvenida locura, adorada amiga,
¿Vienes sola? Adelante, está abierto.
Está abierto el corazón,
abierto en canal,
aún humean los restos.

Cada rincón esconde nostalgia,
dolor, dolor, lágrimas de madera,
salud mental de hierro
suavemente destrozado.

Tocado y hundido, mon ami, la Luna
se olvidó de salir. Las estrellas
la esperan, creen que llegará.

Ilusas.

Piensan que, como todas las noches,
traerá consigo la calma plateada,
pero, ¡ah...!

Esta noche la Luna está escondida,
sola, llorando, partida en dos.
Esta noche, las estrellas brillarán
poco; el cielo nocturno está de luto.

¿Y el Sol? ¿Dónde se encerró?
Está ahogando su sufrimiento
con una cuchilla, desgajándose
las venas, ahora frías y secas.

¿Qué le ha pasado al mundo?
Antaño refulgía con alegría,
ahora no hay más que cuerpos
sin vida, con caras de tristeza,
pechos abiertos y miembros desgarrados.

Ahora esta ciudad está bañada
en sangre, sangre plebeya,
sangre pura e iracunda.

Y qué hacer si ahora se ha ido,
si ha dejado todo esto en soledad,
si la elección no ha dejado lugar a dudas,
si ha preferido cerrar los ojos,
si ha preferido ser feliz en otra parte.

Y qué hacer con esta ciudad,
este campo de batalla,
esta flor marchita,
esta lágrima seca,
estos restos sin vida,
este cielo sin Luna,
este mar sin agua y sin olas,
estos ojos rojos e insomnes,
este pergamino húmedo,
bañado en tristeza.

Le début de la folie.

Ah, el suave murmullo de la locura en los oídos, el dulce aliento de la pérdida de razón, el tierno descontrol mental.

Nada hay como sentir que se va perdiendo poco a poco la capacidad de razonar, la capacidad de pensar en positivo, o, sencillamente, de discernir con claridad.

Ah, el insomnio, la soledad, la desesperanza.

Caminante.

El poeta murió, vaya, en un país vecino.
Los bosques se vestían de espino para verlo gritar, solo, en medio de la oscuridad, desamparado, al vacío.

El polvo ya lo cubre, se fue siendo apenas un peregrino.
Había más estelas que caminos. El único problema es que las estelas, etéreas e ingrávidas, intangibles, se desvanecen. Se desvanecen entre las manos del iluso.

Al alejarse lo vieron llorar.

Sin Título, 32.

Érase un soplo de viento.

Érase una hoja agitada
por un sueño, por un susurro
de brisa, cruel y rudo,
por una mano fatigada.

Érase un sórdido embudo
a través del cual, negro,
pasaba un torrente espeso
de restos de un corazón mudo.

Érase un sentimiento guardado con celo;
un querer, un soñar,
un saber, un ignorar,
una caricia oculta tras un velo.

Érase alguien que pareció olvidar
su lugar, su rincón,
su ciudad, su rencor,
lo olvidó todo para al final llorar.

Érase una lágrima de cartón,
un cielo cubierto,
un insomne despierto,
de llanto y pena una inyección.

Érase una línea de meta, ya sin corredores;
érase, por una vez, todo lo que no ha vuelto a ser;
érase, nunca jamás, un brillo marino que recorrió una mejilla desconocida.

Sin Título, 31.

Yo no podría. Es bien sencillo; yo no podría.

Es una frase simple, y, sin embargo, tras ella se esconde todo lo que puedas imaginar. Se ocultan no sólo emociones tales como la impotencia, sino una amplia gama de seres que, invisibles, tornan a la luz del grisáceo Sol cuando menos se les necesita.

Impotencia, rabia, ira, venganza, dolor, desesperación, cólera, amargo sabor, enfermedad del alma, de la mente y del cuerpo, furiosa tormenta que agita mi ser, odio, odio, venganza, venganza.
Dolor, tristeza, lamento ingrávido, impotencia plena, cólera hacia lo que más quieres, odio hacia lo que más odias, oscuridad, oscuridad, nada vuelve.

La muerte es ahora pureza: sin mácula, sin dolor, sólo el placer de no ser, de estar o parecer, de dejar de existir y sentir, vivir, vivir.
Morir, morir solo en un Universo frío y sin sentimientos, frío como el aire que respiras, solo como el rincón en el que se esconde tu agitada alma, sólida como la capa que has creado en ti y de la que no te escaparás en mucho tiempo.

Yo no podría. La Luna no podría. Las estrellas no podrían.
¿Quién podría, pues? ¿Podría esa invención mediocre que es la moral? ¿Podría la conciencia irracional y animal que me genera ansias de morir, y de matar muriendo? ¿Acaso algo de esto podría?

No. No podría.

Sin Título, 30.

Gracias? Palabra vacía, sin sentido. Ya no.

El mundo se ha oscurecido; ya la noche toma las calles y la Luna se ha olvidado de aparecer. Ahora se te presenta una encrucijada en la que puedes elegir entre pasear solo y en silencio, o buscar a alguien.

Y si decides buscar a alguien? Motivación vacía, sin sentido. Ya no.

Ahora el mundo se ha vuelto del revés; la decadencia nocturna, la degeneración y la impotencia se han hecho dueñas del entramado laberíntico de una ciudad que agoniza sin remedio, entre estertores irremediables.
Ahora, el pasado es un espejo en el que se puede predecir el futuro, ciento ochenta grados. Ahora ya no se recoge lo que se siembra, sino todo lo contrario; ahora, la gente a la que buscas huye, e incluso tú huyes de la gente que te busca, sólo por no querer afrontar los problemas que te puedan acarrear.

Y si te armas de valor e intentas cambiarlo todo? Ni se te ocurra, todo eso te viene grande.

Es sencillo de explicar: ahora el fuerte es irónico, sarcástico; el débil se acurruca en un rincón vacío y solo mientras ve su vida pasar, impotente. Sin embargo, como en todo, hay matices: el fuerte deja traslucir que no lo es tanto, y esconde, en un rincón vacío, parecido al del débil, una serie de pensamientos y emociones que no le hacen ningún bien;
Se da cuenta de que todo no es ni fácil ni bello, todo está lleno de una capa maloliente y espesa de odio, rencor y desesperación, todo se pudre, Lacrimosa, Lacrimosa, duerme tranquilo mientras otros cargan contra ti, siente que las nubes se abren y que sólo hay noche y soledad, siente, siente, llora amargamente la flor que se marchitó en algún lugar, acude como espectador a tu suicidio, no te dejes llevar por ellos.

No te dejes llevar por ellos.

Sin Título, 29.

Luz de alegría en un mundo sombrío y triste.

Oh tú, inesperada amante, amiga,
que al verte perdí el aliento
y mi alma voló como el viento,
fuiste mi única salida.

Créeme, oh amada, no miento
si digo que eres calor, pasión,
que me llevas a la exaltación,
que me sacas de este mundo ceniciento.

Llegaste a lo más hondo de mi corazón
haciendo uso de tus encantos
de noches en vela, sentados
juntos en un rincón.

De tus curvas quedé prendado,
tu aroma me hace perder la cabeza,
y si sigo contigo harás que enloquezca...
Oh tú, botella de vodka, me tienes enamorado.

Sin Título, 28.

Y es el mar...

Y es el mar, como tú jamás
conociste, una realidad simple,
nada igual a la voz tiple,
mi vida, mi mundo, todo atrás.

Y es la tormenta, el almizcle,
el poder de tu mirada
por los dioses guardada,
un ave del paraíso triste.

Y es la luz breve, pasada,
furtiva, lenta, con esmero,
lluvia, soledad, austero
corazón, pasión acaramelada.

Con hedonismo el mundo entero
te ofrezco, princesa,
mi vida, el viento te besa,
con placer, lujuria y esmero.

Y es el desierto, arena espesa,
una danza árabe, dulce,
potente, tierna y que urge,
experiencia, valor y turquesa.

Y el viento mi alba turbe,
y la marca sin mácula juzgue,
el aria que solitaria se alza
tras pensar brevemente el rostro
acuciando el fragor de los ojos
escuchando en silencio mi alma.

Sin Título, 27.

Un breve reflejo.

Un breve reflejo, un fugaz destello,
frondosa arboleda, oscuro tormento,
pasión censurada, gestos de hielo,
gracias a la noche que aún hay cielo.

Un breve final, puro y estrellado,
horizonte nocturno, calma y consuelo,
paz a los hombres con un arpegio,
gracias a las almas por aguantar su peso.

Un breve acorde, un largo silencio,
una obra de arte que ha de surgir
de manos del que pronto ha de vivir
falsa paz, falsa tensión,
falsas ondas, falso viento.

Una breve frase, la sorpresa grata
que tanto tiempo el espíritu aguarda
esperando fiel a sus creencias
esperando el perdón de sus pecados.

Un breve limbo que finaliza
dando paso a una triste vida,
triste, triste existencia mísera,
tristes ansias de libertad impía.

Una breve eternidad sin nada que hacer
más que aguardar, intentar poder,
ejercer y caer, llorar y padecer
todo aquello antes de fenecer
y gritar al mundo que ése fue tu parecer.

Una breve cadencia, una carencia,
una caricia, una tormenta,
una llovizna, una cruel naturaleza,
salvaje soledad en una devastada multitud.

Una breve fe en breves alturas,
unas acechantes sombras, que
perennes, fuertes y altas
ocultan la Luna a tu mirada.

Una breve Luna, blanca y bella,
sin mácula y sin virginidad
sufriendo callada el haber sido mancillada
por unos extraños hechos de piel dorada
que reclamaron lo que era suyo sin pensar en ella.

Un breve poema, un breve poeta,
unos breves ideales sin sentido
sin necesidad de olvido
pues la sociedad cumplió su parte.

Un breve verdor, un anhelo,
una respiración sin aliento,
un llanto que desde dentro
perfora los breves sentimientos.

Una breve vida que toca a su fin,
una breve plegaria que parece dormir,
un breve Dios que mira sin ver,
un breve frío antes de querer creer
que la triste vida toca a su fin,
un breve frío antes de querer creer
que llegó la hora de morir.