sábado, 28 de diciembre de 2013

Sin Título, 60.

Tú.

Tú, y el invierno, el frío viento
de la ciudad, la lluvia, la soledad
de la calle, de esta podrida ciudad
de la que ya no quedan cimientos.

Tú, y la penosa y salada humedad
que dejas en mi rostro, ya calmado
pese a verte escapar a otro lado
jurando que ya tenemos otra edad.

Tú, y el ansia de echar los dados
y que salga tu nombre, sirena
de aguas bravas, maldita azucena
áspera y amarga, aire inyectado.

Tú, y tu poder de arrancarme la pena
con un soplo de tu sonrisa,
con un murmullo que pisa
mi tristeza, que enfría mi tibia arena.

Tú, y la playa, y esa maldita isla
en la que tantas veces te esperé
y viniste, y tantas veces te aguardé
y huíste, tanta cólera ya sumisa.

Tú, y las veces que te vislumbré
al final de cada noche de sueño;
las partituras que escribo tienen dueño
y este lápiz se seca; tanto te busqué.

Tú, y tu presencia desde el más pequeño
compás hasta la última cadencia,
maldita la hora en que caí en la demencia
de quererte, aun en olvidarte poniendo empeño.

Tú, y tantas veces tú,
y tantas veces me negaré que existes
y tantas veces me engañaré con que quisiste
que todo terminara. Tú, 

y todo aquello que hemos perdido.
Tú, y yo, y lo que ha sido.
Tú, y lo que, aunque me duela, no ha dejado de ser.