martes, 9 de abril de 2013

Sin Título, 54.

La montaña se recrea en esos prados verdes 
que la surcan; poco a poco su verdor
hace florecer, quieto, un resplandor
que va llenando los huecos agrestes;

Vive entonces, en la montaña, una suerte
de dicha edénica, de divino fervor,
el alma de la roca se funde al calor
de las flores, se desvanece la muerte.

Llorando va la montaña, buscando
su prado verde, ese nogal a medio caer,
esas flores, ese calor, esa brisa musical;

Busca la montaña. No encuentra, temblando,
ese fuego que la haga retroceder,
ese viento, esa cascada negra, irreal.