jueves, 15 de julio de 2010

Sin Título, 18.

Fue sólo un arreglo que debía sonar bien.

Se convirtió en algo que se escapaba de las manos, un grito desgarrador que partía cuerdas de violines en grandiosos agudos.

Sin embargo, era placentero, era como escuchar la obra sin arreglar, sin modificar, libre y salvaje, soñadora, suave y dulce, brillante.

Sólo el mero hecho de existir daba sentido a todo a su alrededor, sin esa melodía nada habría sido lo mismo.

Las cosas cambiaban.

¿Quién diría que de aquella pequeña cadencia nacería una sinfonía?
Todos aquellos sonidos, vibraciones, todo lo que sucedía, todo cuanto existía.

Era hipócritamente bello, era una variación, un nocturno, una fantasía.
Simple pero demoledor, irresistible.

¿Y qué ha sido de todo eso? ¿Cómo se ha llegado a este punto? Ya sólo se escucha un leve rumor, un piano grave que desgrana notas melancólicas sobre un suelo árido, bajo un techo de estrellas frías.

¿Volverá? La sinfonía partió.

¿Volverá?...

No hay comentarios:

Publicar un comentario